fotografías que pesan más que ropa,
un boleto hacia lo desconocido,
y el corazón partido en dos mitades:
una que se va, otra que se queda.
son abrazos que duran eternidades,
promesas de volver que suenan huecas,
lágrimas que hablan más que las palabras,
y silencios que gritan "hasta pronto".
Los que parten llevan en sus ojos
la imagen de lo que dejan atrás,
calles conocidas, rostros amados,
sabores que vivirán en la memoria,
y canciones que ya no podrán cantar.
Los que se quedan aprenden a vivir
con espacios vacíos en la mesa,
con teléfonos que suenan menos,
con abrazos que llegan por video,
y con "te amo" que viajan por cables.
Pero el amor verdadero no conoce fronteras,
las familias se extienden por el mundo,
los corazones laten al mismo tiempo,
y aunque los cuerpos estén distantes,
las almas permanecen enlazadas.

