caminan a su ritmo
aunque el cuerpo se detenga.
me recuerdan pasados que niego,
me muestran rostros que ya olvidé.
Bailan en los muros como enigmas,
dibujan mapas invisibles
que sólo entienden los insomnes.
Cuando llega la noche, se vuelven dueñas,
me cubren con su reino extendido,
me convierten en huésped de mi propia casa.
Hay una sombra que no me abandona,
aunque apague todas las luces;
ella conoce la raÃz de mi nombre.
Quizás un dÃa me funda en ella,
desaparezca en su silencio,
y finalmente entienda
lo que nunca quiso decirme.

