una brújula que apunta siempre al sur equivocado,
un talento innato para escoger
las puertas que no llevan a ninguna parte.
tropiezo con elegancia en cada piedra del camino,
colecciono caídas como quien colecciona medallas,
y mis cicatrices son mapas de batallas perdidas.
Elijo mal el momento, la palabra, la persona.
Confundo señales como quien confunde idiomas,
leo lo que no está escrito
y escribo lo que nadie quiere leer.
Tengo buena suerte para equivocarme,
encuentro con precisión milimétrica
exactamente lo que no debía encontrar,
digo con certeza lo que debí callar.
Soy experto en caminos sin retorno,
en amores imposibles que nacen muertos,
en sueños que se deshacen al despertar
y en promesas que el viento se lleva antes de cumplirlas.
Tengo buena suerte para equivocarme ,
pero en cada error aprendo el alfabeto del fracaso,
y en cada caída descubro
levantarse también es un arte.
Quizás mi suerte no sea tan mala después de todo
equivocarme me ha enseñado a ser humano,
a reírme de mí mismo,
a saber que la perfección es la mayor mentira
que nos contamos.
Tengo buena suerte para equivocarme,
y en eso, al menos,
nunca me equivoco.

