viernes, junio 13, 2025

Dos poemas, a un año de tu partida.




1. Un año sin ti, hermana mía

Un año ha pasado, y aún duele el silencio,
ese que dejaste colgado en la sala,
entre fotos quietas y abrazos ausentes,
como si el tiempo negara tu alma.

Tu risa, tan clara, aún vive en mi pecho,
como un eco dulce que no quiere irse,
y a veces la escucho cuando el viento habla
o cuando la noche parece rendirse.

Mary, hermana, fuiste luz serena,
esa que abriga sin hacer ruido,
la que aconseja con ojos sinceros,
la que perdona, la que ha comprendido.

Hoy la memoria es un río sagrado
donde nado buscando tus huellas,
en cartas antiguas, en viejas canciones,
en sueños que aún llevan tu estrella.

Tu ausencia no es sombra, es presencia distinta,
una forma callada de amor persistente,
porque aún me acompañas, aunque no te vea,
porque estás en mí… eternamente.

A veces me pesa que no estés al lado,
que no pueda contarte cómo va la vida,
pero hay algo en el alma que nunca se apaga:
tu voz, tu esencia, tu fe compartida.

Y aunque mis ojos se nublen de llanto,
sé que el amor no conoce la muerte.
Tu paso por mí fue un regalo sagrado,
y mi corazón… jamás va a perderte.


2. Un año sin ti, hermana mía

Un año ya sin tu risa clara,
sin tu voz que el silencio quebrantaba,
Mary querida, hermana del alma,
tu ausencia aún mi corazón lastima.

En cada amanecer busco tu rostro,
en cada atardecer siento tu ausencia,
las estaciones pasan como un soplo
pero tu recuerdo permanece en esencia.

No hay flores que adornen tu partida,
no hay lágrimas que calmen este dolor,
solo queda el amor que no se olvida
y la certeza de tu inmenso amor.

Caminas ya por senderos de luz,
libre de penas, libre de quebranto,
mientras aquí seguimos en la cruz
de extrañarte con llanto y con canto.

Mary, hermana mía, alma bendita,
aunque no estés, conmigo siempre estás,
en cada paso que mi pie facilita,
en cada sueño que tú me visitarás.

Un año sin tu física presencia,
pero una vida entera con tu amor,
porque hay lazos que vencen la ausencia
y hermanas que trascienden el dolor.

Hasta que nos volvamos a encontrar
en ese lugar donde no hay despedida,
te llevo conmigo al caminar,
Mary querida, hermana de mi vida.


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