aunque las estrellas se escondan,
aunque el silencio pese como plomo,
el corazón del pueblo sigue latiendo,
esperando el amanecer que vendrá.
en cada mano que ayuda sin preguntar,
en cada sonrisa que se regala,
en cada abrazo que sana heridas,
renace la fe en tiempos mejores.
Los jóvenes sueñan con un país
donde puedan construir sus vidas,
donde el talento tenga recompensa,
donde el esfuerzo abra caminos,
y donde la esperanza no sea lujo.
Las madres mecen a sus bebés
cantando canciones de esperanza,
susurrando al oído promesas
de un mundo donde puedan crecer
libres, felices y en paz.
Y aunque el camino sea largo y difícil,
aunque las pruebas parezcan infinitas,
el espíritu de un pueblo no se rompe,
porque en su sangre corre la certeza
de que todo amanecer trae nueva luz.

