La patria llora en silencio,
sus lágrimas son de tierra seca,
de campos que perdieron su verdor,
de ríos que olvidaron su canción,
mientras el pueblo busca consuelo.
de familias que se despidieron,
de abrazos que quedaron a medias,
de promesas que el viento se llevó,
y de cartas que nunca llegaron.
Los ancianos recuerdan otros tiempos,
cuando la mesa siempre tenía pan,
cuando los domingos eran de fiesta,
cuando la esperanza no costaba tanto,
y cuando reír no era un acto de fe.
Las manos trabajadoras se cansan,
buscando en cada día un milagro,
construyendo sueños con los despojos,
sembrando flores en tierra árida,
porque el corazón nunca se rinde.
Y aunque las nubes cubran el horizonte,
y aunque el camino parezca eterno,
sabemos que en el alma del pueblo
vive una fuerza que no se agota,
una luz que nunca se extingue.

