donde florece el misterio más profundo,
tu pubis encantado, dulce miel,
llenaba mi rostro de amor segundo.
se derramaban en cascada tierna,
cada caricia, lumbre verdadera
que en mi alma su fuego gobierna.
Intrínsecos en tu manera de amar,
esos momentos de pura entrega,
donde el tiempo se vuelve lugar
y la pasión en silencio se entrega.
Magnificas tu amor con cada gesto,
con cada suspiro que me entregas,
y en tu templo sagrado, honesto,
mi corazón a ti se entrega.
Tu cuerpo, altar de la ternura,
donde rezan mis labios devotos,
y en cada beso encuentro la ventura
de amarte en fragmentos y en todos.
Así te amo, en la intimidad
que construimos con manos de seda,
donde tu pubis, con su majestad,
es el verso que nunca se queda.