Había una vez, en un lugar llamado Austin, un niño valiente y alegre llamado Darían. Era un niño especial, porque tenía dos talentos increíbles: ¡domaba dragones y capturaba Pokémones!
En el silencio de mi ser, encuentro una paz profunda, como la calma que sigue a la tormenta. He aprendido a soltar el control, a confiar en el camino que la vida, guiada por la mano de Dios, ha trazado para mí.