las heridas de su ausencia,
que el olvido, como lluvia mansa,
había lavado su esencia.
que su sonrisa floreciera de nuevo,
para que todo lo dormido en él
despertara con fuego.
Los recuerdos, como mariposas
que él creyó extintas para siempre,
alzaron vuelo desde el rincón
más profundo de su mente.
Su risa, eco de primaveras
que él pensó había perdido,
volvió a llenar cada espacio
de aquel corazón herido.
¿Cómo explicar que en un segundo
se derrumbaran los muros
que construyó con tanto esmero
para olvidar sus susurros?
Ella es tormenta y calma,
ella es luz después del llanto,
ella es todo lo que él creyó enterrado
y que ahora ama tanto.
Porque el amor verdadero
no conoce de fronteras ni tiempo,
vive escondido en los pliegues del alma
esperando su momento.
Y ahí está ella, real y presente,
devolviendo color a sus días,
demostrando que algunos amores
jamás se convertirán en cenizas.
Que sea este reencuentro
el inicio de su historia,
donde el olvido se rinda
ante el poder de la memoria.
Porque con ella él ha aprendido
que el corazón tiene memoria propia,
y que algunos amores regresan
cuando el alma los necesita y los copia.
Puro arte y sentimiento. VG
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