descalza sobre arena que suspira,
cada huella un verso que se mira
en el espejo líquido y cruel.
mientras la brisa salada respira
entre sus dedos, y el alma se estira
hacia horizontes de oro y de miel.
Él la sigue, hipnotizado, lento,
grabando en su memoria cada paso,
cada risa que se lleva el viento.
El sol tiembla en su abrazo,
y en la orilla del tiempo y del momento,
Ella se vuelve verso y caso.
Sus brazos se encuentran sin buscarse,
como mareas que saben de encuentros,
y en la inmensidad de sus adentros
algo eterno comienza a dibujarse.
El mar susurra secretos al marcharse,
dejando conchas como pensamientos,
y ellos, descalzos en sus argumentos,
escriben historias sin despojarse.
Ella sonríe, él la mira,
y en ese instante que se multiplica,
la eternidad en sus ojos gira.
La playa es testigo, se santifica,
de esto sin nombre que en cada ola
respira y en cada paso se magnifica.
Hermoso. VG
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