una anciana cuenta monedas gastadas,
sus dedos temblorosos buscan el precio
de los medicamentos que ya no encuentra,
mientras su nieta le sostiene la mano.
ofreciendo dulces a los que pasan,
su carrito de sueños sobre ruedas
lleva el peso de una familia entera,
y en sus ojos brilla la dignidad.
Una enfermera camina hacia el hospital,
sus zapatos gastados conocen el camino,
lleva en el bolsillo una foto amarilla
de hijos que estudian en tierras lejanas,
y en el corazón, amor incondicional.
El panadero madruga antes del alba,
amasando esperanza con harina escasa,
porque sabe que cada pan que entrega
es un abrazo tibio para quien lo recibe,
es luz en medio de la oscuridad.
Y asÃ, entre voces que se alzan calladas,
entre gestos que hablan sin palabras,
el pueblo escribe su historia diaria
con tinta de lágrimas y valentÃa,
con versos de amor y resistencia.