y el eco de tu nombre mi memoria teje,
aun en la ausencia, tu presencia persiste,
como un faro lejano que en la noche insiste.
eres la melodía que en mi ser ha quedado.
En cada suspiro, en cada latido,
tu esencia me envuelve, un amor no vencido.
Las huellas de tus pasos, invisibles al ojo,
se marcan profundas, en mi sendero roto.
Y aunque el espacio nos imponga distancia,
en el alma habita tu eterna constancia.
Así, en el vacío que tu partida ha dejado,
florece el recuerdo, un jardín sagrado.
Pues estar, aún en la ausencia, es la ley de este lazo,
un amor que trasciende, en cada abrazo.