tu sombra fue el abrigo que no supe pedir,
el faro sin palabras que me enseñó
a caminar sobre el filo de la duda
sin perder la fe en mis propios pasos.
alzaron el mundo cuando yo era débil
y tejieron silencios donde sólo hablaba el amor.
Recuerdo tu voz,
no como un eco sino como un surco:
la siembra de tu consejo aún florece
cuando el mundo me arrastra hacia la intemperie.
Tenías en los ojos una patria secreta
hecha de esperanza y sacrificio,
y en el pecho una brújula sin quejarse.
Fuiste muro y viento,
puente y raíz,
guardián de mis noches,
pastor de mis temores.
Tu ausencia cuando la haya no podrá ser exilio,
porque te llevo en la médula, en el modo
en que nombro la dignidad sin ruido.
A todos los padres del mundo:
a los que viven en carne y a los que viven en memoria,
a los que fueron abrigo y a los que aprendieron a serlo,
a los que entregaron sus días
por ver a sus hijos nacer, crecer, volar,
a todos ellos,
una flor invisible los nombra eternos.
Y a ti, papá,
que no pediste gloria ni poemas,
que sembraste tu grandeza en lo cotidiano,
hoy te celebro con este canto,
como quien regresa a casa
y entiende, al fin,
que el amor verdadero no siempre hace ruido.
Nota: En ocasiones me he cuestionado, sobre mi condición de padre por más de 43 años, nadie me enseñó y eso no se aprende en ninguna universidad he sido duro en mis juicios, hoy estoy en paz conmigo, he sido y soy un gran padre, a pesar de los pesares y a pesar de los olvidos.

1 comentario:
Hermoso amor, como todas tus reflexiones y escritos, que viven presentes siempre, sin mirar atrás, cuándo los publicaste. Mil felicidades por ser el Padre que eres, no nacimos ni crecimos con un manual bajo el brazo, pero le pusimos empeño y Amis, y hoy podemos ver qué lo hicimos bien. Orgullosos de nuestros hijos y nietos. Somos bendecidos. M.A
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