como aurora que rompe la eterna noche del alma,
trayendo en tus manos la luz que creí perdida,
el fuego sagrado que tiempo atrás se apagara.
la palabra exacta que buscaba en el silencio,
el abrazo que esperé en noches desveladas
cuando solo quedaban ecos de tu recuerdo.
Vienes desde ese lugar donde habitan los sueños,
desde el rincón dorado de la memoria,
con la ternura intacta de nuestros primeros besos
y la promesa eterna de nuestra historia.
Tus ojos son faros en mi océano perdido,
tus pasos, el camino de regreso a casa,
tu voz, el himno que resucita lo vivido,
tu amor, el milagro que todo lo abraza.
¿Cómo explicar que el tiempo se detiene
cuando súbitamente apareces ante mí?
¿Cómo nombrar la dicha que me viene
al saber que nunca te perdí?
Eres tú quien convierte el olvido en memoria,
quien transforma el vacío en plenitud,
quien escribe de nuevo nuestra historia
con tinta de amor y gratitud.
Súbitamente llegas, y todo cobra sentido,
el mundo se viste de esperanza,
y comprendo que nunca te había perdido,
que el amor verdadero jamás se alcanza… se vive.