domingo, septiembre 10, 2023

Dos temores


En el rincón de mi alma, un temor se anida,
la sombra del tiempo que pasa sin prisa,
un miedo profundo que en mi pecho esconde,
el no ver crecer a mis nietos, ¡qué angustia!

Mis ojos cansados anhelan el futuro,
los pasos pequeñitos, risas en el aire puro,
mas el temor se cierne, oscuro y sombrío,
de dejar a Narkis, mi amada, en desafío.

¿Qué será de mis nietos sin mi mano amiga?
¿Quién les guiará en el camino sin prisa?
La vida es incierta, un suspiro fugaz,
anhelo verlos crecer, ser su faro en la paz.

Pero el tiempo implacable no espera por nadie,
y en mis manos siento su fría caricia,
me aferra el temor, me roba la calma,
de no ver sus vidas, de no darles mi alma.

Narkis, mi compañera, mi amor y mi abrigo,
¿cómo dejarla sola, en este mundo perdido?
Prometo desde aquí, en cada pensamiento,
cuidarla y amarla, más allá del tiempo.

A mis nietos queridos, mis tesoros más bellos,
les dejo este mensaje, lleno de anhelos,
si no puedo estar ahí, envuelto en su risa,
siempre seré su abuelo, en el alma y en la brisa.

Que encuentren en mi recuerdo fuerza y consuelo,
que guarden mis enseñanzas como un tesoro eterno,
y aunque no esté presente en su vida terrenal,
en cada latido mío, seré su amor paternal.

Que el temor se disipe en el abrazo del tiempo,
que mis nietos crezcan con amor y talento,
y que Narkis, mi amada, encuentre en su camino,
la dicha y la alegría que merece el destino.

En este poema, al temor le hago frente,
y abrazo la esperanza con fuerza y valiente,
pues aunque no sé qué depara el mañana,
sé que el amor trasciende, en cada nueva mañana.

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