que quema la piel y el alma,
una lluvia ácida que cae sin cesar
y carcome los huesos como una calma.
Es un abismo oscuro y sin fin,
donde el eco de mi voz se pierde,
un laberinto de sombras y dolor
que mi corazón destroza y hiere.
La soledad es un puñal afilado
que se clava en el pecho sin piedad,
un vacío que nunca es saciado
y que me deja sin voluntad.
Es el eco de un grito en la noche,
un susurro que nadie oye,
una triste melodía sin compás
que mi corazón deshoja y moje.
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