donde la risa danza y la tristeza se niega.
Cada latido, un susurro del cielo,
marca las horas en su propio vuelo.
los minutos se vuelven un canto en el frío.
El sol se asoma, brilla con fuerza,
y el reloj suspende su eterna tristeza.
Pero en la sombra, cuando el llanto se asienta,
el tiempo se arrastra, la vida se ausenta.
Las horas son pesares, el día se alarga,
cada segundo pesa, el alma se embarga.
Y en la calma, cuando la paz llega lenta,
los instantes se funden, el corazón se alienta.
El tiempo se detiene, el mundo respira,
y en el abrazo suave, la esperanza se inspira.
Así, en el vaivén de emociones y sueños,
el tiempo es un juego que pintamos pequeños.
Con cada suspiro, un nuevo relato,
las emociones son dueñas del tiempo, su pacto.
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