1. La Hipocresía del Orgullo
En el silencio clama el corazón,
"¡Ay de vosotros, fariseos sin razón!"
Con labios dulces, pero alma fría,
"El justo vive por fe," dice la guía.
mas su arrogancia es solo un disfraz,
"Que no juzguen," murmuran en voz baja,
pero su mirada es un juicio tenaz.
"Amarás a tu prójimo," se oye en la voz,
pero su sombra es de egoísmo feroz.
"Bienaventurados los pacificadores,"
mas siembran discordia en sus propios albores.
"En verdad os digo," la Escritura nos muestra,
que el humilde es el que a Dios se encuentra.
Con prepotencia se visten de luz,
pero en su interior, solo hay una cruz.
Los que se creen justos, en su corazón,
olvidan la esencia de la compasión.
"Dejad que los niños vengan a mí,"
y ellos solo miran, no saben decir.
Oh, hipócritas, de doble cara,
el orgullo en sus almas nunca se para.
Que el que quiera ser grande, debe servir,
pues en la humildad es donde hay que vivir.
2. Vestidos falsos
Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí (Mateo 15:8)
Se visten de santos,
golpean su pecho,
rezan en plazas
para ser vistos.
Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas, porque sois semejantes a sepulcros blanqueados (Mateo 23:27)
Ponen ofrendas con manos vacías,
juzgan al débil con mirada fría,
mientras esconden, tras muros de mentiras,
un corazón que a Dios no invoca.
Por sus frutos los conoceréis (Mateo 7:16)
Hablan de amor, pero siembran espinas,
venden perdón con monedas falsas,
adoran el brillo de su propia justicia,
mientras su fe es teatro y farsa.
Nadie puede servir a dos señores (Mateo 6:24)
¡Ay de los sabios en su propia luz,
que cambian la verdad por tradición!
Dios no se impresiona con palabras huecas,
sino con el humilde y roto corazón.
Porque el Señor no mira lo que mira el hombre; el hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero el Señor mira el corazón
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