solo este silencio que crece
como un muro entre dos puentes.
eras el mapa de mis pasos,
la canción que tarareaba el viento.
¿Cuándo dejaste de ser casa
para convertirte en calle?
¿En qué esquina perdimos
la luz que nos guiaba?
No pido finales de oro,
ni promesas incumplibles,
solo algo que no sepa
a cajón vacío,
a reloj sin horas,
a beso que el tiempo
borró en la ventana.
Pero así es la vida:
lo que un día fue todo,
al siguiente es nada.
Y nos llamamos suerte,
y le llamamos nada.
Ya está. Nos volvimos
dos versos de un poema
que nadie recuerda.
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